lunes, 20 de diciembre de 2010

Navegante lunario

La luna no tiene luz, es la fosforescencia del sol que ilumina la noche. El lado oscuro que no se comprende, es por mucho la luz que limpia lo más ennegrecido de los escollos. Sobre el horizonte se cuelga el astro muerto y logra reflejar el descanso indiantre de la noche, dándole una halito de bondad a sus rostros asombrados. Las personas con mucha virtud conocen de la limpieza que el esbirro les ingiere, algunos optan por concernir una obra de elocuencia con el fin de persuadirse bajo la lumínica noche a ellos mismos su salvedad de pureza. Este auxilio desmembrador lidia con la impureza que guardan los caminantes de los elementos. Aquí en efecto seremos todos como polvo y ceniza que soplara al viento nocturno dándoles una chispa en el aire a cada partícula que representamos. Estas formas y figuras que se apoderaran de todo, quizá anuncien con unos trazos, un bosquejo de ruta, un yacimiento nuevo dentro de nosotros. También podemos mirar la luna de forma simiesca y sorprendida sin ninguna clase de necesidad que nos interrumpa el miramiento. Sin embargo también poseemos esa facultad festiva de conquistar la comprensión comenzando con una mirada que nageva distraída hacia nuestra mejor noche.